31 may 2014

Por fin Papilio se paró ante mi

Sin que pueda explicar muy bien por qué, Papilio macaon es mi mariposa favorita, desde pequeño. Desde luego, es una de las mariposas más hermosas de nuestras tierras, pero las hay tanto o más bonitas. Supongo que de niño la observé con frecuencia y me parecía la más hermosa y eso se ha quedado grabado.

Dicho esto, es fácil entender la frustración que he sufrido desde que empecé a hacer fotos macro, pues aunque alguna vez la he encontrado, he sido incapaz de pillarla posada el tiempo suficiente como para hacer alguna foto cercana con el macro. 
Es un animal asustadizo, como todas las mariposas, y levanta el vuelo en cuanto te aproximas demasiado (o sin las debidas precauciones), algo normal, por otra parte, aunque sí he conseguido fotos interesantes de varias especies, a las que pude aproximarme con cuidado.
De todos modos, esta especie de mariposa ya no es frecuente por nuestros campos y cada año que pasa resulta más dificil de ver.

El verano pasado tuve la suerte de encontrar la larva, en una dehesa muy cercana a Badajoz, y hacerle una serie de fotos que no quedaron nada mal.

Aquí una muestra.




Ya la oruga anticipa que se convertirá en una bonita mariposa de buen tamaño.
Sin embargo, en varias visitas posteriores a la zona no pude localizar al adulto, por lo que una vez más me quedé con las ganas de fotografiarla.

Pues bien, felizmente el otro día tuve un encuentro con una hermosa Papilio. En el mismo lugar, apareció revoloteando a lo lejos y enseguida sospeché que se trataba de ella, por su tamaño y porque se adivinaban sus colores.
Me acerqué y efectivamente, era Papilio macaon.
Ahora se me presentó el problema de acercarme lo suficiente como para poder obtener buenos primeros planos. Y me resultó imposible durante mucho rato, por lo que anduve detrás de ella, siguiéndola a distancia, aproximándome muy lentamente cada vez que se posaba... y levantaba el vuelo.

Afortunadamente, era tarde y el sol empezaba a caer y creo que eso fue lo que hizo que finalmente se parase sobre un jaguarzo (Cistus monspeliensis), con las alas abiertas, y se dejase fotografiar brevemente.


En cuanto voló, seguí tras ella y volvió a posarse, esta vez sin prisa, como cansada ya al final del día. Y esta vez me permitió acercarme bastante y hacerle una buena serie de fotos, incluso con flash (a baja potencia).



El uso del flash era necesario porque ya bajaba la intensidad de la luz y porque me situé casi a contraluz, en una posición muy baja, de manera que la mariposa quedaría subexpuesta al ajustar la exposición en base al fondo más iluminado.
De esta manera, con un suave toque de flash, se compensó la exposición y la mariposa quedó iluminada lo justo.

Incluso de frente pude tomarle un retrato sin que se molestara demasiado.



En resumen, un gran día fotográfico para mi, donde todo lo demás que fotografié ese día quedó en un muy segundo plano, ante la ilusión que me hizo retratar por fin a esta mariposa tan deseada.