19 jun 2014

Hidrohide, el estreno: garzas

Especies
Ardea cinerea
Ardea purpurea

He comprobado estos días de hidrohide que las garzas son frecuentes en nuestros humedales y siempre que he pasado por alguno he visto garzas reales levantando el vuelo (las imperiales son menos frecuentes y más esquivas).
Pues bien, ahora desde el hidrohide he comprobado que uno puede acercarse a estas hermosas aves de patas y cuello larguísimos, no demasiado, pues son muy desconfiadas y asustadizas, pero lo suficiente para observarlas mucho más cerca que nunca y poder obtener fotos estupendas por la proximidad.

La garza real (Ardea cinerea) es un ave grande, de hasta cerca de un metro de altura, de color gris plateado por el dorso y blanco por la parte inferior. Los adultos tienen manchas negras en la cabeza, cuello y pecho. Con tal tamaño, su peso rara vez supera los 2 kg, lo que nos da una idea de la gracilidad de este animal.
El pico es largo, fuerte y afilado, un arma extraordinaria para cazar todo tipo de presas, aunque su especialidad son los peces. Pero no descarta los anfibios (ranas, pequeños sapos, tritones, gallipatos...), algunos pequeños roedores e incluso insectos (langostas o escarabajos). Una gran cazadora, con una estampa magnífica, elegante hasta cuando está alerta.






La garza imperial (Ardea purpurea) es ligeramente más pequeña y, aunque el aspecto general del cuerpo es muy similar, tiene colores más bien pardo-anaranjados, con rayas negras a lo largo del cuello. Su peso suele ser poco superior a 1 kg.
Su pico es aún más largo y afilado que el de su prima hermana, siendo una cazadora del mismo calibre.
La diferencia más importante que se aprecia entre ambas aves, cuando uno se acerca en el hidrohide es (sin contar que la garza imperial es mucho menos abundante y, por tanto, no es fácil de ver) que esta última es aún más desconfiada y asustadiza que la garza real, de manera que suele estar casi siempre semioculta entre la vegetación de la orilla, que le ofrece protección.
Así es como la fotografié, cuando muy cerca de mí emergió entre los juncos esa cabeza de dinosaurio con un gallipato en el pico...




Respecto al parecido de estas aves (y otras muchas) con los dinosaurios, hablaré de ello en otro post, pues a mucha gente le sorprende que diga algo así (aunque si uno se fija en esa cabeza y ese cuello y ha visto imágenes de ciertos dinosaurios, debe admitir que existe un parecido razonable).