29 jun 2014

Mi hidrohide: la prueba de fuego

Especies
Podiceps cristatus

El estreno de mi flamante hidrohide de fabricación propia (ya expliqué el proceso en este post) ha sido rápido, pues estaba deseando tener la experiencia sin intervención ajena.

La parafernalia del montaje del hidro, con sus tubos, telas, pinzas... la colocación de la rótula en su tornillo y la cámara con el tele sobre ella, etc, lleva un ratito.
Meterse en el traje de neopreno y embutirse las botas del mismo material, también.
Es un precio que hay que pagar, supongo que las primeras veces, pues enseguida automatizaré los movimientos y todo será mucho más rápido.

Afortunadamente, contaba con ello y por eso el madrugón fue considerable, pues había casi una hora de camino hasta el lugar elegido y había que contar con el tiempo de preparación para intentar estar en remojo antes del amanecer, ya que así es menos evidente la entrada en el agua con el bulto sospechoso (sin hablar de la hermosa luz del amanecer, que te procura fotos increíbles... si tienes a quién fotografiar en esa media hora o poco más).

Una vez en el agua, parece que no van a aparecer las aves, que tanto esfuerzo y el madrugón igual no tienen sentido... En fin, que no se ven seres vivos en la primera hora y se agobia uno porque no es paciente. Además, hay que ir pisando con cuidado, ya que el lugar es desconocido y toda precaución es poca en el agua.
Pero es sólo el agobio de la incertidumbre y que las aves, o bien no han llegado aún, o se han ido y tardarán un poco en volver.

Finalmente, empezaron a verse aves y todo fue evolucionando hasta convertirse en una experiencia inolvidable.

La primera que pude fotografiar a una distancia interesante fue un somormujo lavanco (Podiceps cristatus), que nadaba a prudente distancia y de vez en cuando me observaba intrigado, pero decidió que no había que preocuparse, al menos mientras no me acercase demasiado, y dejó que me aproximara un poco y le hiciera varias fotos.








Pasado un momento, se zambulló, como hacen frecuentemente estos individuos, y se mantuvo un rato bajo el agua, hasta que llegué a pensar que había emergido lejos, en otra dirección. Sin embargo, apareció de nuevo cerca de mi... pero ahora con sorpresa: traía un enorme cangrejo en el pico.


Estuvo nadando bastante rato con el cangrejo atrapado, sin intentar tragarlo. Creo que estuvo dando vueltas a la situación, pensando que probablemente era demasiado grande para tragarlo, y sin decidirse a hacerlo, pero sin dejar al cangrejo, como le ordenaba su instinto.


Luego, se fue alejando y, tras zambullirse de nuevo hasta que lo perdí de vista, cuando volví a localizarlo, algo más lejos, ya no tenía el cangrejo en el pico. Me dejó con la incertidumbre de si consiguió tragarlo o no, aunque pienso que finalmente tuvo que dejarlo, porque realmente era demasiado grande para sus tragaderas y no se atrevió.

En los siguientes posts seguiré describiendo las especies fotografiadas y las sensaciones vivdas en este primer día con mi hidrohide.